Sinopsis de «la Computación y lo Demás»

Un hiperlibro que nos lleve a entender mejor la Computación y lo Demás. Eso es lo que quisiera poder ofrecer algún dia. Y me gustaría contar con amplia colaboración. Así que: interesados, please comuníquense conmigo. Ah, y para que vean hacia adonde considero importante apuntar, les copio, en lo que sigue, unos pocos párrafos más bien introductorios que ya he escrito:

¿Qué es la computación? Esa es la pregunta que aquí quiero abordar. O, preguntando de otra manera: ¿Qué conviene entender por computación? Quiero proponer un concepto de computación capaz de articular el fenómeno que vivimos; sobre todo relacionándolo con lo demás: los fenómenos otros; que tienen naturalezas bien diferentes. No cerrar el dominio de lo computacional, sino abrirlo …

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Parece que en este mundo ya no queda otra que vivir entregados a la computación. Y sin embargo ¿sabemos qué es ese fenómeno? ¿Cuáles son sus características, sus gracias, peligros? Claro, tal vez sabemos más de lo que sabemos que sabemos, puesto que nosotros mismos, como todos los seres vivos, desde siempre vivimos computando. Por ejemplo, observando las costumbres de las abejas, o percibiendo los frutos de nuestros propios esfuerzos;  y reaccionando cibernéticamente, acorde a lo observado. Somos sistemas senso-motores que computan el medio en que vivimos incertos. Pareciera por lo tanto que en el curso de nuestra evolución sencillamente hemos ido desarrollando mejores facultades computantes; de percibir nuestro ambiente, de procesar esas percepciones, y con ello, de sacar conclusiones y reaccionar. Que solamente hemos ido sofisticando le técnica en que esos desarrollos se apoyan; y masificándola, universalizándola socialmente. ¿Será? ¿Es que entonces no está teniendo lugar la tan mentada revolución cibernética? Aquella que desconcierta diariamente a los más viejos y llena de nuevas esperanzas a los más jóvenes. ¿Son sólo impresiones? ¿No pasa nada realmente nuevo bajo el cielo socio-técnico?

Esa es la gran pregunta que nos parece necesario plantear. Y tratar de contestar en base a consideraciones que usualmente merecen nuestro respeto: Históricas; como la que nos lleva a entender que ya los pastores de ovejas hace al menos cinco mil años, para controlar sus rebaños, los computaban usando para ello una tecnología de guijarros. Sociales; como la que nos hace ver que la comunicación es una forma de computar asuntos colectivos; que Internet necesariamente tenía que surgir. Filosóficas; como la que nos permite entender que la computación no es ni mente ni cuerpo, sino esencialmente una mano que, manipulando signos, hace emerger sentidos.
Técnicas; como la que explica la importancia que tuvo para el desarrollo de la computación el poder fabricar transistores electrónicos; efecto que, por ejemplo, no se puede lograr fotónicamente. Pero sin olvidar que la computación es un fenómeno socio-técnico. Porque una foto en pantalla es, técnicamente hablando, sólo un arreglo de píxeles. O porque hoy, lamentablemente, la computación es en gran medida lo que decide Google que sea.

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En todo caso, todo cómputo responde a un sistema computante; es decir, a un sistema inserto en un medio ambiente que, como sistema y gracias a su estructura interna, tiene capacidad de establecer distinciones en el acontecer de su hábitat; lo que produce el cómputo en cuestión. Así que tenemos un fenómeno que se parece a lo que es un rio: Un lecho sólido que encauza y orienta un flujo líquido. Aunque tal vez habría que decir que el sistema computante propiamente tal queda constituido por sólo un lado del rio; porque el otro corresponde al medio ambiente en que el sistema está inserto. Lados, que no sólo se refieren a las dos orillas opuestas que conforman el lecho del rio, sino también a lo que fluye entre ellas. Porque el cómputo es un confluir de los dos lados; un acontecer que refleja el habitar del sistema en el ambiente.

Podemos decir, recurriendo a la relación entre ser y estar que sugiere nuestra lengua castellana, que los sistemas computantes articulan sus distinciones desde lo que son; y que esas diferenciaciones, aplicándose a los aportes del ambiente, destilan estares. Que los resultantes cómputos, por lo tanto, conjugan sistema y ambiente manifestándose como devenires de estados; que, a diferencia de los sistemas mismos, no sólo tienen un carácter temporal y situacional, sino también circunstancial. Ortega y Gasset decía: «Yo soy yo y mis circunstancias». Yo, como sistema computante vivo que soy, más bien siento que vivo mi ser y mis estares. Pero mis circunstancias ambientales las vivo condicionadas por mis propiedades sistémicas. Porque soy chileno es que me afectan ciertos acontecimientos sociales. Mi estar afectado lo vivo hacia adentro, angustiado, y hacia afuera, movilizado.

2019-01-01 22.03.24



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